martes, 5 de febrero de 2013

LA LUNA, SIEMPRE


Redonda, hinchada de frotarse contra el cielo
rasga mi piel con su delgada luz 
Cae sobre mi pelo 
con la levedad de una sirena 
que no se hubiera dado cuenta 
que no posee piernas
Solivianta mi sangre 
me enciende de locura 
me regala una piel fosforescente 
y me convierte 
aceite hirviendo 
en fauna. 

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